Más que en cualquier otra etapa de la vida, el profesional médico estará a nuestra disposición para aprender a cuidar del bebé y su salud, y no sólo para situaciones de enfermedad. Él nos asegurará que las etapas del desarrollo se están cumpliendo correctamente. En efecto, una de las principales tareas del pediatra es el denominado control del niño sano, a partir de su nacimiento y en forma periódica. En esas consultas, el médico evaluará tanto la parte física como neurológica.
El control antropométrico supone la medición de la talla, el perímetro cefálico y el peso corporal. La parte cualitativa del control se refiere al desarrollo que debe acompañar ese crecimiento con los reflejos y conductas del bebé. A través de sus reacciones el pediatra puede evaluar la maduración psicomotriz e intelectual. Al primer mes de vida, esto se hace evidente porque el niño sigue los movimientos con su mirada y reacciona a los estímulos sonoros. Comienza a ser un individuo relacionado, primeramente con su madre a través de la lactancia, actividad que se evalúa estrictamente. Pero también en relación con otros, ya que el niño sonríe, comienza a emitir sonidos vocales, etc.
- Noches de insomnio
La primera de las vicisitudes que suele presentarse en casa con el bebé la alteración del ritmo del descanso. Si bien los bebés duermen muchas horas por día, no lo hacen en sincronización con sus papás. A causa del ritmo de su alimentación y de evacuación, entre otras cosas, ellos no duermen varias horas seguidas, y suelen despertarse a mitad de la noche y despertar a sus padres con su llanto. Habrá que acostumbrarse y, si bien papá no puede reemplazar a mamá para lactar, si puede hacerlo para cambiar los pañales.
En cuanto a la posición en que el niño tiene que dormir, ésta es muy importante para prevenir casos de muerte súbita durante el sueño. Se trata de un síndrome por el cual algunos niños mueren en su cuna, y aunque antes se desconocían las causas, hoy se sabe que tiene relación con las apneas del sueño. La posición boca abajo, que antes se aconsejaba para evitar ahogamientos, resulta ser la que más predispone a sufrir ese tipo de incidente. En esa posición el sueño se vuelve demasiado profundo y predispone a la muerte súbita. Tampoco es aconsejable abrigarlos demasiado, lo cual hace su sueño demasiado pesado. Lo aconsejable, por lo tanto, es ubicar el niño boca arriba o de lado. La lactancia tiene, en este sentido, un beneficio adicional. Se ha comprobado que los niños que no lactan están más predispuestos a la muerte súbita que los que son amamantados regularmente.
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